Así no se hacen las cosas por Ernesto Kiszkurno

Empezar con el resultado final en la mira es la única manera de enfocarte y no incurrir más horas de las presupuestadas. Una buena forma de hacer esto es empezar nuestro proyecto de consultoría revisando la propuesta de servicios para entender cuales serán los resultados que debemos producir . En términos de entregables, actividades o respuestas a preguntas o hipótesis específicas. Otra buena práctica es validar con el cliente que si logramos esos resultados, el proyecto se evaluará como cumplido ( el criterio de éxito) . Algunos se sorprenderán pero aunque los resultados se discutieron durante la fase de preventa del servicio y no deberían haber cambiado, mágicamente al confirmarse el proyecto, cambian. Teniendo claros y validados esos logros del final podremos construir nuestra planificación de forma tal de desgranar el camino que debemos hacer para llegar a ellos. Un tema a tener presente es no incluir desperdicios en la planificación , es decir tareas que no aportan a lograr alguno

Los entregables en un proyecto de consultoría sirven durante el servicio y también después cuando ya se ha terminado. Cuando a las palabras se las lleva el viento, los entregables quedan. Nos permiten dejar nuestro trabajo y nuestras opiniones registradas para que los demás puedan leerlas. Lo escrito es menos ambiguo que lo dicho, no se puede cambiar y se puede leer tiempo después, cuando las conversaciones no están frescas en la memoria. Debemos prestarles atención porque viajan y pueden ser leídos por gente que no tiene el mismo contexto que los que estuvieron cerca del proyecto. En lo posible deben ser autocontenidos y auto explicativos. Deben tener cierta coherencia y debemos hablar tanto de los resultados obtenidos como de la forma que dichos resultados fueron obtenidos. Minutas, informes, correos electrónicos, presentaciones, papeles de trabajo, fotos de tableros, planillas, datos, .… Todo sirve. Pero también es importante dejarlos ordenados y con una explicación de cómo se leen

Hace unos días escribí un breve artículo para Perspectiva Digital . Se los dejo a continuación. Iba a usar alguna foto de la película pero luego recordé un excelente tuit de Henrik Kniberg respecto a esto  en el que además me daba permiso de usar la imagen. ​ En la  película Batalla Naval  hay una escena donde su protagonista, mientras sube a las corridas al  acorazado USS Misoury  para asistir a una ceremonia dirigida por su futuro suegro, escucha a un niño preguntar cuál es la diferencia entre un destructor y un acorazado. Sin importarle otra cosa se detiene y le da una respuesta divertida: "Los acorazados son barcos grandes y fuertes diseñados para resistir cualquier ataque durante la batalla. En cambio, los destructores son pequeños y ágiles. Están diseñados para las exigencias de hoy". La pandemia nos puso en una encrucijada. Por un lado, nos obligó a distanciarnos y a trabajar remotamente. Por otro, nos ha   forzado como organizaciones, a mantenernos funcionando y más .

No voy a entrar aquí en el detalle de cómo se cotiza y cómo se estiman los costos de un proyecto de consultoría. Sólo diré que el costo de recursos humanos suele ser el más importante y por eso lo vigilamos. Cuando las horas incurridas reales del proyecto sobrepasan las horas estimadas, el margen sufre. Es por esto que tratamos de no pasarnos. El esfuerzo estimado inicialmente es nuestra restricción. Cuando las fechas del proyecto se mueven por lo general necesitamos mantener dedicaciones y entonces el esfuerzo crece. Es por eso que tratamos de no pasarnos en las fechas tampoco. Las fechas también son una restricción. La forma ordenada de vigilar ambas restricciones es proyectar las horas del proyecto periódicamente. Aquí les dejo una forma sencilla y poderosa de controlar desvíos . Seguimos pensando.. Foto por Isaac Smith en  Unsplash .