Hay consultores y Consultores

Hay un estereotipo bastante establecido respecto de los consultores. Se supone que son gente que opina sobre cualquier cosa, desde una posición de comodidad, libre de cualquier obligación impuesta por la gestión o el tener que hacerse cargo de lo que dicen. Dicho mal y pronto, son opinólogos profesionales.

Si bien hay mucho de eso en diversas ramas de la consultoria, me gustaría hacer dos distinciones que nos pueden permitir distinguir entre los consultores útiles y los que no.

La primera es que no todos los consultores opinan de todo, o de cualquier cosa. Muchas veces la figura contrapuesta es la de especialista en un tema que opina de él por estar capacitado para hacerlo.  Cuando lo pensamos por ese lado, es lógico consultar con un especialista si tenemos dudas sobre un tema. Es lo que hacemos con los médicos o con un gasista. Llamado de atención para los consultores: tal vez sea mejor nombrarnos como especialista en antes que como consultores.

La segunda es que no todos los consultores opinamos solamente. Algunos nos ocupamos de hacer algo con los diagnósticos que hacemos. Es común iniciar nuestro proceso de ayuda a un cliente con una evaluación de la situación pero luego debemos continuarlo con un proceso de transformación que corrija lo malo y potencie lo bueno. En realidad el objetivo debe ser ayudar al cliente a moverse de una situación mala (de la que no puede salir solo) a otra mejor.

A veces, viendo programas de fútbol o de política donde los mismos personajes opinan y opinan sobre cualquier cosa sin asumir el riesgo de hacer o tener la nobleza intelectual de decir de esto no opino porque no sé, juego a hacer un paralelo con el mundo de la consultoria.

La buena consultoria tiene que ver con acompañar a los clientes en el hacer, no sólo en el diagnosticar. Hacer es infinitamente más difícil que opinar. Hay riesgos, hay experimentación y hay error. El buen consultor no opina de todo, se restringe pues su mayor activo es la credibilidad.

Seguimos pensando..