Luego de la sostenibilidad hay que pensar a futuro
Este artículo fue publicado primero en Perspectiva Digital de Practia.
Comenzamos esta serie aquí señalando como esta crisis nos tomó a todos
por sorpresa y de golpe el negocio comenzó a pasar por otro lado: lo que trajo dolores
de cabeza a nuestros clientes y también a nosotros. Luego hablamos de la
necesidad de trabajar sobre la cadena de valor
digital para que
nuestros clientes sigan eligiéndonos durante la crisis, donde la clave es funcionar
y de sobrevivir. Y recordamos que para mejorar no hay balas de plata, es necesario arremangarse y trabajar con una
visión integral sobre nuestra cadena de valor. De los procesos a la tecnología
y, si no queremos yet another parche, pensar un modelo de mejora con el
cliente en el centro y un equipo multidisciplinario que disponga de lo
necesario para garantizar la experiencia que queremos ofrecer.
Algunos ya tenían en
marcha un canal digital otros lo están montando ahora. Siempre existirán los rezagados,
pero es claro es que el negocio digital vino para quedarse y en la una
nueva normalidad nadie discutirá la importancia de la venta digital. La
experiencia incluirá momentos donde lo físico “vuelva”, pero serán momentos: de
ahora en adelante tendremos que mantener las dos modalidades de
funcionamiento.
Partiendo de eso, es
momento de pensar cómo agregar valor en el futuro. Porque la crisis del
contagio nos preocupa, pero la crisis de nuestros números empieza a irrumpir con
fuerza en más de una mesa directiva. Tuvimos semanas donde nos enfocamos en los
problemas del hoy, tenemos que empezar a pensar en mañana.
Para un canal digital
debemos preocuparnos, obviamente, tanto por la plataforma y la arquitectura que
usamos como por la infraestructura donde esta funciona. Pero eso hoy no es la parte
compleja: siguiendo a Snowden son problemas complicados que sabemos
resolver, o podemos conseguir un especialista que los resuelva.
Lo complejo es responder a la expectativa de valor de
nuestros clientes, y hacerlo antes que mis competidores. El negocio pasa
por ahí, porque en breve evolucionaremos del “¡Qué suerte! Pude hacer un
pedido online al supermercado” al “Que desastre, aprovecho para caminar
unas cuadras y voy al almacén”. La paciencia, alimentada por el temor o la
duda en el consumidor, se agotará rápida e inexorablemente. Los comercios de
cercanía abrirán sus puertas y captarán demanda, y habrá nuevos jugadores
preparados especialmente para navegar en el océano digital. Marcas de consumo
masivo que venden directamente utilizando empresas de delivery o sitios de
venta que expanden su oferta para incluir los productos que yo vendo (por ejemplo
Super Mercadolibre). Sólo es necesario salir al balcón y mirar quienes continúan
operando hoy en la calle.
Entender nuestro
modelo de negocio digital requiere contestar varias preguntas. Desde qué experiencia
queremos que tenga nuestro cliente, hasta el ecosistema tecnológico que usaremos
y los partners que nos ayudarán a montarlo.
Desde ya estamos
seguros de que no podremos armarlo completo en una sola iteración. No nos darán
los tiempos, no podemos tomar todos los riesgos juntos y mucho menos desaprovechar
lo que podemos descubrir y aprender en el camino. Necesitamos definir prioridades
y un roadmap. Tal vez debamos empezar por cosas básicas, revisar nuestros
controles y buscar volvernos ágiles para competir con propuestas de todo
tamaño. Luego podremos reforzar o refactorizar partes de nuestro roadmap. Hoy
podemos usar terceros para hacer cosas que en el futuro tomaríamos
internamente… y eso para los primeros pasos.
Recordemos que los
planes rígidos no son útiles cuando estamos en un escenario complejo. Aquí necesitamos
experimentos variados, errores baratos e iteraciones rápidas: la regla de oro
es experimentar.
Seguimos pensando..
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