Si queres motivar, tenes que hacer diferencias

Hace muchos años trabajé como contratado en un organismo público.

El trabajo era principalmente tomar trámites (tarea repetitiva y tediosa si las hay). Al principio me motivaba el hecho de aprender algo nuevo. Así que durante un par de meses estuve entretenido probando diferentes estrategias para aumentar mi productividad. Pero luego, y muy rápidamente debo decir, el interés empezó a decaer. El trabajo era demasiado repetitivo y mis aumentos de productividad no se traducían en nada positivo. No sólo no ganaba nada tomando más trámites sino que además tuve que escuchar algún chiste sugiriendo que yo iba demasiado rápido.

Por suerte en ese momento el que era mi jefe descubrió que yo estudiaba informática y me planteó un cambio de rol y de tareas: quería que yo me encargue de mantener un software que allí se usaba mucho. Así él aprovechaba mis capacidades de programador y yo obtenía una tarea más entretenida, junto con facilidades en algunos horarios para la facultad. Era una situación en la que ambos ganábamos que funcionó perfecto por el resto de mi contrato.

En aquellos entornos donde da lo mismo hacer bien o mal el trabajo la motivación cae. Si la motivación cae, la productividad y los resultados también. 

Si queres motivar a la gente, tenes que hacer diferencias. De otro modo, todo se nivela para abajo.

¿Estuviste en entornos chatos donde todo daba lo mismo? ¿Viviste algún cambio de situación parecido al que planteo?

Seguimos pensando..

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